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Elena Martínez Jaume (MBA 21), responsable de Legal y Comunicación en Mary’s Meals España: “Podemos acabar con lacras que cuando nací se consideraban inmutables, en pocos años”

El jurado de los Premios Princesa de Asturias condecoró a la organización Mary's Meals por su dedicación a uno de los problemas más acuciantes del mundo actual, el hambre infantil
Elena Martinez



-El jurado del Premio Princesa de Asturias concedió el pasado mes de junio el galardón por la Concordia a la ONG británica Mary's Meals. El día del anuncio se destacó la labor de la organización en uno de los problemas más acuciantes del mundo actual, el hambre infantil, mediante una solución imaginativa. ¿En qué consiste Mary’s Meals y cuál es vuestra propuesta?

Mary’s Meals es una ONG fundada en un pequeño pueblo del Reino Unido y nacida de una visión: que, en un planeta donde hemos conseguido la abundancia, todos los niños reciban al menos un plato de comida nutritiva al día. Y que los que tienen más de lo que necesitan lo compartan con aquellos que carecen de las cosas más básicas.

El contexto en que se fraguó fue la guerra en la antigua Yugoslavia, a mediados de los 90, cuando el fundador y su familia se dedicaron a transportar en su furgoneta familiar alimentos, ropa y medicamentos donados por los vecinos desde Dalmally, en la zona de Argyll en Escocia —de donde son ellos—, hasta Bosnia-Herzegovina, donde se estaba produciendo una crisis humanitaria de mucha gravedad. De esa experiencia con la carestía nació Mary’s Meals, una ONG que usaría ese aprendizaje para comenzar a operar en otros países donde también se produce, particularmente con los niños en edad escolar. Y digo en edad escolar porque eso es importante. Un gran pilar en el funcionamiento de nuestra ONG es que los niños accedan a esa comida en sus centros educativos, lo cual fuerza la escolarización con el consecuente desarrollo y formación personales. Y, por último, destacaría la utilización no solamente de las redes educativas, sino también de las redes familiares, dado que son las familias de los niños las que elaboran las comidas diarias, normalmente sus madres en grupo, y también la utilización de proveedores de cada país hasta donde nos es posible.

Todo esto consigue que una organización pequeña en cuanto a número de empleados, a los que se suma el trabajo inestimable de los miles de voluntarios en todo el mundo, consiga alimentar diariamente a 2.429.182 niños en edad escolar en 10 países de África, 6 de Asia y 2 de América.

-¿Qué significa para vosotros haber recibido el Premio Princesa de Asturias de la Concordia?  

Mary’s Meals, como cualquier organización, no deja de ser un sistema de relaciones particular englobado en un sistema mucho mayor y complejo, que es la sociedad a la que pertenece. Un premio como el Princesa de Asturias multiplica nuestra relevancia social, tanto por el aumento del conocimiento de nuestra existencia como del reconocimiento de una labor satisfactoria en nuestra misión. En una sociedad donde existe el impulso de acabar con la necesidad que experimentan muchos niños en otros países —y me atrevo a decir que ese impulso no está muy arriba en la pirámide de Maslow —ese reconocimiento es crítico de cara a los muchos donantes y patrocinadores que confían en nosotros para que realicemos esa labor.

En el caso de la organización en España, que comenzó hace casi diez años y tuvo una refundación intensa hace cinco, es un motivo de especial orgullo, y hasta de un poco de desconcierto. Piensa que hace cinco años, aunque la parte internacional de la organización ya era grande, en España éramos muy pocos, agrupados alrededor de la presidenta de la fundación, Elisalex Löwenstein, y la directora ejecutiva, Marta Manen Orbaneja, todos voluntarios e improvisando reuniones en sitios variopintos. Eso sí, con mucho por hacer y con un entusiasmo que era —y sigue siendo— contagioso.

-¿Cuáles son tus responsabilidades, tu día a día en Mary’s Meals?

Me encargo de la comunicación que verás, por ejemplo, si abres nuestra página web. Pero cuando hablamos de una organización tan pequeña como la que tenemos en España, los límites son muy amplios, en realidad. Empezamos siendo muy pocos, improvisando continuamente. Ahora tenemos un modelo matricial, diría. Pero me gusta la metáfora del equipo deportivo: aunque conocemos las diferentes posiciones de cada uno, nos movemos con libertad dentro de un campo que conocemos, con una coordinación general por encima. Eso sí, operamos con una gran complicidad entre nosotros, lo cual nos hace eficaces y nos da una conciencia de grupo y una satisfacción ante los logros que es difícil replicar.

En lo que respecta a nuestra comunicación externa, tiene un ángulo de relaciones públicas muy importante —y por eso existe a nivel central el programa de ambassadors—. Se trata, en primer lugar, de concienciar sobre la persistencia del problema del hambre en pleno siglo XXI para, a continuación, intentar involucrar al mayor número de personas posible en una solución y a través de una organización que funcionan. Y hacerlo con un mensaje que se centra en el respeto a la dignidad de toda persona y en la esperanza, con la confianza puesta en la empatía innata que experimentamos todos los seres humanos entre nosotros.

Además, la comunicación interna es especialmente importante en una organización como la nuestra, porque la figura del voluntario es fundamental. Así que esta se encamina a la motivación y el sentimiento de pertenencia dentro de un proyecto que es ambicioso y único.  

 

"Operamos con una gran complicidad entre nosotros, lo cual nos hace eficaces y nos da una conciencia de grupo y una satisfacción ante los logros que es difícil replicar"

 

-¿Cómo entraste a formar parte del equipo de Mary’s Meals en España y qué significa para ti poder formar parte de este proyecto? 

Pues cuando se reconstituyó el equipo español hace unos cinco años, me uní a él. Éramos muy pocos entonces. Me había impresionado el proyecto, que había conocido a través de un libro del fundador, Magnus McFarlane-Barrow. El hambre de los niños y el correspondiente sufrimiento de sus familias me parecieron una situación insoportable. Y me impresionó saber que una cantidad pequeña de dinero (22 € hoy) puede alimentar a un niño durante todo un curso. Con ese dato no parece tan inalcanzable el fin del hambre infantil ¿no?

Ser parte de un proyecto de estas características reporta satisfacciones constantemente. Porque nuestra ambición es grande, crece y se alimenta conforme más personas se unen y se consiguen objetivos superiores. Nunca he sido parte de un movimiento social revolucionario, pero imagino que las sensaciones pueden ser similares, o al menos eso me digo.

-¿Cómo crees que los conocimientos y valores inculcados en ESADE han influido en tu trayectoria profesional dentro de Mary's Meals?

Cuando me incorporé al EMBA en 2019, no era consciente de lo mucho que me iba a impactar. Sin duda los conocimientos académicos me han sido útiles, porque se pueden aplicar a cualquier organización. Pero durante esos años aprendí a analizar las cuestiones de una organización de una forma concreta, con una metodología según el ámbito al que pertenecen, y dentro de la dinámica de un grupo de personas de culturas diferentes. Fue transformador. Y eso que fuimos la promoción del COVID.

Esade es una business school principal en Europa pero mi percepción es que también es una escuela ambiciosa. Aspira a formar directivos que transformen la sociedad a mejor, es un entorno natural para personas ambiciosas. Eso no sucede en todos lados. Y a nivel práctico, me impactó la búsqueda de la excelencia en todos los ámbitos, también en el tercer sector, con el valioso trabajo que realiza el Instituto de Innovación Social para aquellos que trabajamos en él.

Mary's Meals
-En Esade Alumni velamos por el progreso empresarial sostenible y por crear un impacto social positivo. ¿Cuáles son los retos para aumentar la concienciación sobre la necesidad de crear iniciativas como la de Mary's Meals? 

Nos ha tocado vivir una época apasionante. La capacidad de comunicación global, los medios técnicos… nunca en la historia un ser humano o un pequeño grupo de ellos han tenido la capacidad de generar un impacto social global tan grande, si se lo proponen. Podemos acabar con lacras que cuando nací se consideraban inmutables —y en pocos años—. Solamente se requiere de la ambición, de las buenas ideas y de la constitución de organizaciones efectivas. Porque el impulso social de eliminar cada una de esas lacras existe, y es una fuerza poderosa que solamente aspira a ser articulada y canalizada con inteligencia y energía. La capacidad del ser humano de progresar moralmente, conforme avanzan los medios técnicos, es impresionante. Yo lo veo así.

-Siguiendo el ejemplo de Mary’s Meals ¿cómo crees pueden las empresas contribuir a la creación de un mundo más justo?

Es una pregunta muy ambiciosa, así que solamente puedo dar mi opinión porque, aunque hice el EMBA, ¡no soy economista! Me parece que muchas, muchísimas empresas tienen un comportamiento socialmente activo, que podemos observar en muchos ámbitos: el empleo y su capacidad de integración, las iniciativas sociales… Pero en general creo que son los reguladores nacionales y supranacionales los que pueden ajustar la orientación del sector privado de una manera todavía mejor hacia el bien común y la justicia social, mediante el establecimiento de medidas y beneficios fiscales y sociales. Puede, de todas formas, que ese sea un pensamiento típico de mi generación, en especial si además alguien es licenciado en derecho, como es mi caso.