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Fundación Impulsa, una historia de Consultores Solidarios, por Mercedes Segura (Lic&MBA 90)

Esta historia explica el trabajo de Consultores Solidarios para la Fundación Impulsa desde el punto de vista de los voluntarios y personas de la fundación. Forma parte del recopilatorio de historias de Esade Alumni Social escritas por antiguos alumnos.
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Avanzando hacia una sociedad más justa y cohesionada

Nacieron en 2015, son jóvenes, y este es el sexto curso en el que otorgan becas para estudiantes. Trabajan desarrollando una red en el territorio entre los jóvenes y sus familias, las empresas, los mentores y mentoras, las entidades, los centros educativos y las instituciones. Acompañan a jóvenes con talento que se encuentran en situaciones económicas complicadas y les ofrecen una beca que les permita acceder a estudios de formación profesional y que les provea de todo lo necesario para lograr un futuro satisfactorio: desde recursos prácticos como un ordenador hasta sesiones de trabajo personal y, más adelante, orientación laboral. Además, promueven la implicación de los jóvenes en la comunidad mediante el voluntariado en entidades sociales. Impulsa es una inversión con retorno social y económico que, tal y como reza su web, tiene como objetivo avanzar hacia una sociedad más justa y cohesionada.

Para conocer de primera mano la labor de nuestros consultores hablé, por un lado, con Alejandra Manau, directora ejecutiva de la Fundación y, por otro, con Tània Nadal, embajadora para Sabadell Impulsa, y Julio Alonso, ambos consultores sociales Esade para Impulsa.

Lo que más llama la atención es el crecimiento de impulso, rápido y efectivo, y que muestra una gran energía en movimiento, con empuje para marcar la diferencia y un equipo de personas con talento que desean contribuir a un mundo mejor. Este impulso es el que se contagia a los consultores que colaboran en el proyecto y todo el que se acerca, como es mi caso.

Un segundo punto sorprendente son las cifras, que hablan por sí mismas. Este año han otorgado 156 becas, y prevén conceder 220 el próximo año, es decir un 41% más. Aunque las cifras absolutas están limitadas por su presupuesto, el porcentaje de crecimiento es vertiginoso. Los receptores de estas becas son jóvenes procedentes de familias que reciben una media de 3.999€ de ingresos anuales por miembro. En nuestro país, no en ningún país remoto del hemisferio sur. Son gente con carencias importantes con las que convivimos y compartimos territorio. Sin la beca sería totalmente impensable que estos jóvenes tuvieran acceso a los estudios, solo aspirarían, en los mejores de los casos, a trabajos de baja cualificación, y sus posibilidades de crecimiento personal y profesional serían escasas. Otra de las cifras emocionantes es la tasa de éxito. Si en nuestro país es un 50% de los estudiantes de formación profesional que finalizan sus estudios, el ratio de Impulsa es del 90%. Están orgullosos de que tanto la selección de los becados como el seguimiento que realizan los mentores de Impulsa sea tan acertado y profesional. Para terminar de redondear la tarea, explican que el 70% de los jóvenes encuentra trabajo de su ámbito en menos de seis meses. Más aún: después de trabajar durante un tiempo, algunos de ellos se plantean continuar los estudios con un grado superior. Todos estos jóvenes no habrían estudiado o continuado sus estudios sin la ayuda de la Fundación.

Todo esto lo consiguen gracias a un motor fuerte de personas con iniciativa, empuje y una voluntad férrea a la hora de asegurar la igualdad de oportunidades. Su método comprende seis ámbitos de acción que han diseñado para garantizar la cobertura de varios casos de necesidad: Formación profesional, Mentoría, Oportunidades, Emprendimiento, Voluntariado social y Vida (para las necesidades básicas).

El empuje y talento del equipo de personas de Impulsa es el motor principal de una entidad que está creciendo a un ritmo vertiginoso.

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El proyecto de consultoría: replanteamos la Fundación Impulsa

Impulsa buscó la ayuda de Esade Alumni social con un cuádruple reto:

  • Revisar todos los componentes de la estrategia de la Fundación: misión, visión y valores.
  • Analizar el crecimiento a nivel territorial y dimensionarlo.
  • El proceso de digitalización.
  •  Una guía para la gobernanza de la Fundación.

Se trataba de un proyecto muy ambicioso y amplio, y que, por tanto, exigía mucha dedicación. Pero ya desde las primeras reuniones, Alejandra y su equipo experimentan la profesionalidad y la motivación de los consultores de Esade. Empezaron doce voluntarios, que pronto pasaron a ser ocho, que desde el principio son “organizados y marcan una agenda que respetan y que nos anima a seguirlos”, dice Alejandra. Por otro lado, los consultores destacan que funcionan muy bien como equipo: a pesar de la diversidad de edad y experiencias, se complementan, respetan y disfrutan trabajando en equipo.

Mi intención no es contar el proyecto en detalle. Alejandra me adelanta que están muy contentos con la primera parte, la de revisión de la estrategia de la Fundación. En cuanto a la parte del proyecto sobre digitalización, ya perciben que les será muy útil, ya que los consejos y propuestas que se les han ido avanzando son concretos y perfectamente implementables. Son temas como el diseño de una intranet para que alumnos y mentores puedan acceder a la información o propuestas de mejora de la eficiencia en la utilización de las herramientas digitales. “Así que tiene buena pinta, ¿verdad?”, le digo entre risas. “Sí, sí, ¡tiene buena pinta!”.

La experiencia: la energía que se multiplica

Al margen de las tareas realizadas, mi intención es destacar la huella que dejan los consultores y el efecto multiplicador que producen allá donde plantan la semilla. Lo que más me maravilla de todo lo que he descubierto hablando con ellos es la cantidad de beneficios colaterales, tangibles e intangibles, que este trabajo aportará a varios niveles. El efecto multiplicador del trabajo bien hecho y la interacción entre personas preparadas, motivadas por una causa justa, hace florecer algo mágico, único.

Por un lado, los consultores, con su ánimo de cambiar las cosas y las preguntas pertinentes, producen un efecto de motivación en el cliente. Alejandra me cuenta ilusionada que, a raíz de la simple petición de Esade “Pásanos un DAFO”, mantuvo una reunión muy enriquecedora con su equipo, en la que se lanzaron a una reflexión interna que hasta ahora no había tenido lugar. Por otro lado, descubro que el DAFO del equipo activó a los patronos, que en un primer momento no habían sido tan solícitos con nuestros consultores. Las reacciones del equipo ante una propuesta de Esade hizo que los patrones se involucraran y aportaran su visión.

El efecto multiplicador del trabajo bien hecho y la interacción entre personas preparadas hace florecer algo mágico

La relación entre consultores y cliente es tan buena y fluida que, mientras se ocupan del proyecto, surgen otros aspectos que la Fundación tiene pendientes desde hace tiempo y en los que los consultores pueden ayudar, como el registro de la marca Impulsa.

A nivel de funcionamiento interno del equipo de consultores, Tania y Julio confiesan que incluso ambos, los más séniors del proyecto y ambos con experiencia suficiente para llevar a cabo con éxito una consultoría de este tipo, han aprendido de los miembros más jóvenes del equipo, sobre todo en lo que se refiere a herramientas digitales. De nuevo, el efecto multiplicador. Y es que no solo aprende el cliente.

Estos son algunos de los ejemplos tangibles que he podido adivinar durante mi breve interacción con los dos equipos. Lo que más me fascina es el impulso humano, generoso, amable, abierto, dispuesto a cambiar las cosas y mejorar la sociedad. Alejandra lo dice sin pelos en la lengua: “Nos escuchan con cariño”, en referencia al tono de los consultores. Y recuerda los encuentros a las 19h, después de una larga jornada de trabajo, cuando estás agotada, pero los ves a ellos, que llegan con aire fresco y te ayudan… y la hora se pasa volando. Es muy motivador que ellos, que son externos, encuentren todo el sentido del mundo en nuestro proyecto”.

Tania y Julio me transmiten por teléfono toda su energía y su capacidad de acción. Admiro su humildad, la ilusión con la que ambos me cuentan todo lo que aprenden y cuánto les motiva este trabajo. Tania es embajadora de Impulsa en Sabadell, y reconoce que trabajar desde fuera le ha dado una visión muy diferente de la Fundación. Julio, consultor social en Stonesoupconsulting, expresa lo gratificante que es hacer lo que sabes hacer, porque estás convencido de que puedes ayudarles, y, además, hacerlo con un equipo con el que conectas.

¡Y todo esto sin conocernos físicamente! Porque no olvidemos que han desarrollado el proyecto en plena pandemia, nunca se han reunido presencialmente, así que todo han sido encuentros virtuales. Eso, claro, conlleva frustraciones, como la de no conocer a los jóvenes becados que Julio compara con pesar con sus proyectos anteriores: “El primer año me tocó Obert Rialles en Santa Coloma de Gramanet. Fue algo único trabajar con niños; a partir de entonces me he enganchado cada año. En los tres años que llevo en esto, he visitado siempre a las entidades y he hablado con los niños”, explica.

Escribiendo estas líneas recuerdo por qué quise ser consultora solidaria. El entusiasmo con que Tania y Julio narran la suya, toda la energía que percibo al escucharlos, todo ese talento en acción, ese deseo de contribuir es el impulso que atrapa a los consultores, el equipo de la Fundación, los patrones, los chavales becados, sus familias… e incluso quien firma este texto modesto. Es el impulso que genera muchos más frutos que el proyecto de consultoría en sí. La relación humana de los consultores entre ellos y con la Fundación provoca nuevos anhelos, nuevas esperanzas, nuevas ilusiones.