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“En España, se generan unos 3 millones de plástico al año pero solo 1 millón de ellos se gestiona; el resto va al vertedero.” 

Según Greenpeace, en 2013 se generaron 299 millones de toneladas de plástico. Y se estima que en 2020 se superarán los 500 millones de toneladas anuales, lo cual supondría un 900 % más que los niveles registrados en 1980. ¿Te has preguntado alguna vez dónde va a parar todo el plástico que generamos? La mayor parte de él acaba en nuestros océanos. Se calcula que en 2050 habrá en los mares más plásticos que peces.

Ante estos datos, podemos concluir que la contaminación oceánica es un problema urgente, pero también uno de los más ignorados. Documentales como A Plastic Ocean nos intentan abrir los ojos con duras imágenes sobre las consecuencias de nuestro estilo de vida. El sufrimiento de la fauna marina, que ingiere grandes cantidades de plástico y muere atrapada en los escombros que flotan en el mar; los ríos de plástico que se producen en Filipinas, o los residuos químicos que desprende el plástico y que acaban llegando a nuestro organismo son solo algunos de los ejemplos que pudimos observar en nuestro último cine-fórum a partir del documental del periodista Craig Leeson. Sin duda, una dura pero necesaria mirada al tema de la contaminación oceánica.

Para hablar de ello, nos acompañaron Carla A. Chicote, cofundadora de la entidad Submón, que se dedica a la conservación, el estudio y la divulgación del medio marino, e Ignasi Ferrer, cofundador de Sustainable Ventures, una empresa dedicada al desarrollo sostenible de la economía marina a partir de proyectos de inversión de impacto.

Nuestros invitados iniciaron el debate lanzando ideas positivas tras las duras imágenes que el documental había mostrado a los asistentes. Abrió el coloquio Carla Chicote, aportando algunos datos sobre la importancia que tiene el mar para nuestras vidas: “De cada respiración que hacemos, el 50 % del oxígeno proviene del mar. Ingerimos unas 140 millones de toneladas de comida procedente del mar cada año. Y nos comemos todo lo que estos productos contienen.” A partir de esta primera reflexión, Carla explicó el proyecto Sea Change, dedicado a concienciar y a culturizar a la población con respecto al mar. “Se intenta cambiar la relación que la gente tiene con el mar aportando pequeñas soluciones que todos podemos realizar en nuestro día a día: no utilizar botellas de plástico, no comprar cremas ni maquillajes que tengan microplásticos, entre muchas otras iniciativas.”

En la misma línea, Ignasi Ferrer incentivó el debate con un mensaje positivo: “Que se realicen documentales como este y que esta sala esté llena es una clara señal de que se está generando concienciación y que hay intención de solucionar el problema.” A partir de ahí, introdujo uno de los temas que se repetirían a lo largo de todo el debate: la tecnología como medio para solucionar el problema. Ignasi Ferrer dejó claro que la solución pasa por aunar los esfuerzos de los equipos que generan alarma y concienciar con el potencial del capital empresarial para que se siga investigando en el desarrollo de tecnologías rentables. “Si consigues que el reciclaje sea rentable, la maquinaria empieza a moverse.”

¿El problema es el material o su uso? 

Una de las primeras intervenciones de la noche la protagonizó un representante del sector industrial de los plásticos, que empezó destacando la importancia que este material tiene para nuestras vidas: “La población mundial llegará a los 9.000 millones de habitantes y los problemas de alimentación son enormes. Gracias al plástico, se h incremento la duración de los alimentos perecederos y se pueden mantener frescos el pescado, la verdura o la carne durante 15 o 20 días.” Y, aunque destacó la importancia de este tipo de documentales, quiso dar una vuelta al enfoque que se les da: “Muchas veces, se está culpabilizando más el material que su gestión y uso”, y se refirió el desconocimiento que abunda con frecuencia entre la población. Explicó las diferencias entre el plástico bio y el biodegradable, y dejó claro que no deja de ser contaminante por el simple motivo de estar hecho a partir de un material natural. Asimismo, se refirió a los plásticos PLA, un tipo de material diseñado para que se degrade más fácilmente y que realmente si es biodegradable. “La presencia del PLA es mucho menor que la del plástico convencional, y en algunos países hasta se ha prohibido.” Y aportó algunos datos estremecedores, como que en España se generan unos 3 millones de plástico al año, pero sólo 1 millón de ellos se gestiona; el resto va al vertedero. Sus argumentos hicieron reflexionar al resto de asistentes, que iniciaron un debate en que realizaron interesantes aportaciones y avanzaron posibles soluciones. 

La tecnología como solución

Uno de los temas más recurrentes a lo largo de las intervenciones fue el de la tecnología como solución al problema. Lo inició Ignasi Ferrer, con la idea de que, a partir de una mayor vinculación de las empresas, se podrían generar tecnologías dedicadas al reciclaje y a la limpieza de los mares. Pero no todo el público estuvo absolutamente de acuerdo con esta opinión. Algunas intervenciones propusieron una aproximación más global del problema, mediante un tratamiento de raíz o una revisión del modelo socioeconómico. En este sentido, Carla Chicote reflexionó sobre las políticas de reciclaje europeas y explicó que existe una bicefalia entre las inversiones a favor del reciclaje y el lobby a favor de la utilización del plástico en ámbitos como el de la salud. “En nuestra organización, intentamos llevar a cabo un proyecto de pesca ecológica que quería hacer llegar a la gente el pescado fresco directamente del mar, pero con la legislación europea no pudimos realizarlo por no transportar el pescado en plástico.” Esto le llevó a recordar que, años atrás, se utilizaban materiales de otro tipo para los alimentos, como el vidrio, que cada vez es menos frecuente, a favor de un uso cada vez más generalizado del plástico. “Además de los avances tecnológicos, todo sería un poco más fácil si se regulara la producción de plástico”, comentó uno de los asistentes. 

Los microplásticos: un elemento más de nuestra cadena alimentaria 

 Entre las distintas intervenciones, destacaron las de dos representantes de la comunidad científica, dedicados a la investigación de posibles soluciones a la contaminación oceánica. Dejaron claro que los microplásticos ya están en nuestras vidas y que forman parte de nuestra cadena alimentaria: “Según cuál sea la composición de nuestra ropa, desprende microplásticos en nuestras lavadoras que llegan directamente a los mares, ya que las depuradoras no pueden absorberlos.” Así pues, dejaron claro que no se está teniendo en cuenta la producción de la mayoría de las empresas a la hora de incluir estos microplásticos en sus materiales. “Los países no aseguran una buena praxis; no se vigila que los fabricantes no estén soltando algún componente químico derivado de los plásticos; la auténtica solución es que las empresas revisen su cadena de subministro.”  

Revisión del modelo de vida

Los diferentes temas que se plantearon a lo largo del debate llevaron a una conclusión unánime: es necesario cambiar el modelo de vida. Pero algunos de los asistentes se preguntaban: “¿Estamos realmente dispuestos a pagar más por mejores materiales, más ecológicos y respetuosos con el medio? Cuando ello afecta al bolsillo de la gente, es más difícil concienciar”, decía una de los asistentes. Se habló de responsabilidad política y de los modelos que aplican países como Suiza, donde existe una gran cultura del reciclaje. “Allí, te pueden cobrar 11 euros por una bolsa, así que te lo piensas mucho antes de malgastarla”, comentaba una asistente que residía allí. Gran parte de los participantes se mostraron partidarios de educar a la población en los valores del reciclaje y la responsabilidad por el medio ambiente, apostando claramente por un cambio de mentalidad en todos los ámbitos: empresarial, político y social.

Ignasi Ferrer y Carla Chicote cerraron el debate con un mensaje positivo pero urgente: “Tendríamos que haber empezado antes de ayer, ya no tenemos más tiempo, pero podemos solucionarlo”, concluyó Carla. Por su parte, Ignasi apeló a la importancia que tiene el mar en nuestras vidas: “No es un tema solo de salud; el mar es también un factor de calidad de vida. Si queremos seguir disfrutando de él, debemos cuidarlo.” Y sentenció: “En el mar, no desaparece nada; no cometamos en el agua los errores que hemos cometido en la tierra.”